Igual que actuan las compañías de electricidad está pasando con otras empresas multinacionales. ¿Cómo pueden llamar en puertas de los gobiernos pidiendo ayuda para sus obligaciones, y establecer nuevos imperios comerciales en otros países?
Repiten su lamento diario con sonsonete onomatopeyico: vida económica triste y precaria; escased de ventas; impuestos excesivos; elevación económica de marterias primas para la producción; causas todas que les obligan a prescindir de trabajadores, cuyos salarios y convenios colectivos del sector, amenazan con destruir la estabilidad empresarial. Hechos, mayor parte de las veces, para justificar ante la opinión pública arrebatos de codicia que benefician sus bolsillos, convencer a incautos, y despedir trabajadores, hasta que sea oportuno iniciar otra fase de producción.
Antes de existir Constitución democrática en España, los habitantes sufridos, se habían "chupado" los "polos de desarrollo económico" ordernados por su Gobierno y una comparsa de empresas dispuestas para tan triste sacrificio. Ahora, con esta alegría democrática con que todos recibimos nuestra preciada libertad, rescatados del oprobio y oscurantismo en que estábamos asumidos, ¿qué importancia tenía cargar sobre los bolsillos casi vacíos de lo menos pudientes "la restructuracion empresarial"?
Vivimos como en Egipto, no todos afortunadamente, bajo cumplimiento social de una profecía causada por el Gobierno socialista, el capitalismo avaro, la Banca, y personas como usted y yo, contratadas por poderes distintos a presión de tornillo, para ejercer consejerías lustrosamente adineradas: tiempos de "bacas flacas" comidas en régimen de silencio y dolor popular, en tanto los tenedores de dinero cenan en restaurantes de muchos tenedores y duermen en habitaciones lujosas de hoteles bajo la "Vía Lactea" de sus muchas estrellas.
Siempre se ha dicho que los negocios poseían riesgo, y cuando este llegaba, era condición asumida por el capital. Lógico si tenemos en consideración que los beneficios empresariales no se reparten nunca entre los ciudadanos a quienes los gobiernos obligan a sacar de apuros por causa del empobrecimiento mercantil
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