Este fue el texto de la carta que el General Franco envió al Ministro de la Guerra Casar Esquiroga:
"Respetado Ministro: Es tan grave el estado de inquietud que en el espíritu de la oficialidad viene causando las ultimas medidas militares, que contraería un a grave responsabilidad y faltaría a la lealtad debida, sino le comunicase mis impresiones sobre el momento militar y los peligros que encarna para la disciplina del Ejército, tan falto de satisfacción interior y en un estado de inquietud moral y material que se percibe, aunque sin "expresa exteriorización" en las corporaciones de oficiales y suboficiales..."
"...La noticia de los incidentes de Alcalá de Henares, con sus antecedentes de provocaciones y agresiones por parte de elementos extremistas, concatenados con la disolución de las guarniciones, han producido sin duda un sentimiento de disgusto, infeliz y torpemente exteriorizado en momentos de ofuscación e interpretado en forma de delito colectivo, tiene gravísimas consecuencias para los jefes y oficiales que en estos hechos participan y ocasionaron tristeza y sentimientos en colectividad militar."
"Todo ésto, Excelentísimo Señor, demuestra aparentemente, la información deficiente que acaso en este aspecto debe llegar a Vuestra Excelencia o el desconocimiento que sus elementos colaboradores militares pueden tener de los problemas íntimos y morales de la colectividad militar. No desearía que esta carta pudiese menoscabar el buen nombre que posee quien, en el orden militar, informa y aconseja; puede pecar por ignorancia, pero me permito asegurar con la responsabilidad de mi cargo y la seriedad de mi pasado, que las disposiciones publicadas permiten apreciar que las que las motivan, están fuera de la realidad y son algunas veces contrarias a los intereses patrios presentando al Ejército, a vuestra vista con una característica y vicios muy distantes de la realidad. Fueron recientemente destituidos de sus cargos jefes, en su mayoría, de pasado brillante, y de elevado concepto en el Ejército, cediéndose sus puestos, como aquellos de más distinción y confianza, a quien, por lo general, está calificado por el noventa por ciento de sus cólegas, como muy pobres de virtudes. No sienten, no, son más leales a las instituciones los que se aproximan a ellas parta adularlas y para recibir merced, a costa de servicios colaboradores; los mismos se destacaron años pasados con la Dictadura y la Monarquía."
"Faltan a la verdad los que presentan al Ejército como desafectos a la República. Mientras los que simulan complots a medida de sus pasiones; prestan un desgraciado servicio a la Patria los que adulteran o quitan la dignidad y patrimonio de la oficialidad, presentándola con síntomas de cospiración y desafecto."
Carta extensa y minuciosa de la que hemos extraído los párrafos que anteceden. A los mismos añadimos algunos muy significativos, como los concernientes sobre información del Ejército, y por tanto, indispensable para un levantamiento militar posible, dadas las circunstancias de inestabilidad política y alteraciones del orden público que existían:
"PÁRRAFO SEXTO.- La falta de dignidad y justicia de los poderes públicos en la Administración del Ejército en 1917, hizo surgir las Juntas Militares de Defensa. Hoy podría decirse virtualmente, que las Juntas Militares están formadas."
"PÁRRAFO OCTAVO.- No le oculto el peligro que encierra este estado de conciencia colectiva en los momentos presentes, en que se unen las inquietudes profesionales con las de todo buen español, ante los graves peligros de la Patria."
"PÁRRAFO ULTIMO.- Considero un deber poner en su conocimiento lo que creo de tan grave importancia para la disciplina militar y que Vuestra Excelencia puede personalmente comprobar, informándose por aquellos Generales y Jefes de cuerpos que exentos de pasiones políticas, vivan en contacto y se preocupen de los problemas íntimos de sus subordinados. Muy atentamente le saluda su afectísimo subordinado: Francisco Franco."
Advertencias todas que ponen en duda la versión deformada informativa que se propaló contra Franco, presentando a este militar como contrario a la República. No parece ser así en su principio. ¿Qué opinan ustedes?
Piensen, que si pusiéramos a todos, o a casi todos los dirigentes políticos que figuran en la historia universal, en la balanza de la Justicia, hallaríamos a muchos tan deshonestos como cualquier ciudadano deshonesto. Todos proceden del mismo cuerpo social. En las democracias y repúblicas somos nosotros culpables de su llegada al gobierno. No podemos conocer cuales serán las tendencias íntimas de cada persona y como reaccionará ante la seducción de ese poder.
Asunto en el que la sugestión nos induce por causa de su complejidad. Motivo por lo que muchos son devotos del humanismo. Otros, seguidores apasionados del socialismo. Aquellos, obsesionados por ideas marxistas. Aquestos, fieles de las democracias. Esotros, monárquicos o republicanos.
Si pudiéramos volver el rostro al pasado y contemplar el clasicismo griego, quedaríamos sobrecogidos por la actividad artística: Imperio de pasiones deleitosas para muchos triunfadores coronados de laurel y alabanzas merecidas. Todos como inducidos por hálito venido de la divinidad.
Ciudades como Esmirna y Chíos, exaltadas por cánticos y poemas, ambas llenas de esculturas de Fidias, donde todos sus habitantes nos parecerían poetas como Jenofonte capaces de emular a la Iliada o la Odisea, superiores incluso a filósofos de la talla de Aristóteles y Séneca.
Si nosotros nos detuviéramos en los Juzgados, observaríamos a un número interminable de personas ante los ascensores cargados de ciudadanos que suben y bajan durante todo el día. Flujo continuo igual que un río que avanza hacia la mar, en coplas de Jorge Manrique: "Nuestras vidas son los ríos que caminan a la mar./ Allí van los señoríos,/ allí van los caseríos, así pronto, así a acabar."
Parecería que toda la ciudad estaba pendiente y dependiente de jueces, abogados y procuradores; querellas, denuncias, faltas y delitos. Lo que no deja de ser un error exactamente igual que las intenciones contradictorias de unos y de otros sobre la verdad fehaciente de los hechos.
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