En el acto en que se iniciaba a la apertura de la Asamblea Nacional Constituyente del Sindicato, el escritor y Asesor Antonio Maseda Bouso, comunicó a la Presidencia, que Rafael Alberti Melero se encontraba entre los asistentes.
Su presencia espontánea en la Reunión se debía a varias razones: Una, como consecuencia de conversaciones mantenidas antes, y que nada tenían que ver con el Orden del Día. A raíz de dichas conversaciones, surgieron otras relacionadas con asuntos que afectaban a obras publicadas. A partir de ese momento se habló de los propósitos del Sindicato, sus trabas por parte de algunos políticos, personas jurídicas y físicas, que veníamos padeciendo. Se interesó por conocer más de cerca el desarrollo orgánico de nuestra Asociación. Como consecuencia, manifestó su propósito de asistir a alguna de nuestras Asambleas, por cuanto conocía que que se convocaban con régimen abierto.
Otro motivo fue, que por circunstancias políticas, había decidido dejar el Parlamento donde representaba a su Partido. Interesado en el Sindicato, decidió asistir aquel día a su Asamblea. Le invité a formar parte entre los componentes de la Mesa presidencial, lo que aceptó en el acto de manera libre.
No obstante, nuestros contrarios, se atrevieron a comentar en la Prensa diaria que Rafael Alberti fue víctima de "una encerrona" por nuestra parte, e incluso que le sentamos en la Mesa cuasi forzando su voluntad.
Manifestaciones "torticeras," (palabreja muy de uso politiquillo), de las que se puede deducir que nuestros contrarios, quienes en tiempos de Franco habían aceptado propuestas "del poder constituido," y achacaban a nosotros estar sometidos y conformes con dicho poder, la poca relación que debieron mantener con Rafael Alberti, toda vez que este prócer era persona poco propicia para ser manipulada. Lean sus declaraciones sin ceras y sin pelos en la lengua realizadas al finalizar la Asamblea, y aparecidas en el periódico ABC del día siguiente.
La costumbre de objetar torticera, intención aviesa, y maneras poco edificantes, presuponen peligro para el umbral de cualquier víscera. Se deben cuidar las secreciones, mesurar el espíritu, sosegar las pasiones, evitar la cólera, distraer la mente; en suma, ser buenos, amables, y solidarios, porque en caso contrario, el señor de la guadaña espera paciente segar la flor de la inteligencia. Este ejemplo festivo ilustra:
Se encontraron dos amigos después de pasados varios años. Uno, delgado, con arrugas excesivas, y carácter adusto. Otro de aspecto más joven, bien cuidado y eufórico. El primero, dijo así al segundo:
- ¿Pero, Pepe, qué has hecho para conservar ese buen aspecto...?
-!Muy sencillo, no discuto nunca¡
-!Hombre, Pepe, no será por eso¡
-!Pues no será por eso...¡
¿Está claro?
Mi buen amigo, Miguel Bonilla Collado, que se auto-titula -Rimador rural - y posee una talla poética extraordinaria, en el libro de sonetos que tuvo la amabilidad de dedicarme con fecha 18.XI.86, página 77 del libro "Por el Amor con el y en el" a escrito "A LOS HIPÓCRITAS:"
"Si en vida os ofendí con mi presencia,/ ¿por qué estais hoy aquí, falsos cristianos./ sois carcomas, polillas o gusanos/ en busca de un hedor de pestilencia?
"Haceos un examen de conciencia,/ mirad lo que lleváis en vuestras manos;/ un racimo de frutos tan paganos/ que sonrojáis con él a la decencia."
"Os burlasteis de mí cuando vivía/ y hoy que exhibo mis galas de mortaja,/ venís con vuestra faz de hipocresía"
"A simular dolor junto a mi caja/ pero hoy la paz de mi Señor es mía/ y vuestro vil adiós ya no me ultraja."
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