Sindicato N.E.E. Informes Presidente

miércoles, 18 de mayo de 2016

SINDICATO NACIONAL DE ESCRITORES ESPAÑOLES. INFORME DE LA PRESIDENCIA. Madrid,18.05.2016




VERGÜENZAS HISTÓRICAS DE LOS GOBIERNOS.  (Hechos Comparados de ayer y hoy).  

                                   -I-

Con este titulo expresaremos el comportamiento social y cívico de los gobiernos que firmaron Contrato de Mandato con sus pueblos, propietarios estos del Derecho humano público, cualquiera que sea la forma o proceso político adoptado: bien consensual o impuesto. Porque en ambos casos entendemos que, constituyen responsabilidad ineludible de su gestión y gobierno.

Hemos dicho: "... la historia del Hombre es todavía una historia inacabada, cuyo término, si lo hay, sólo Dios conoce. Y como sucede la mayor parte de las veces conforme dice el refrán castellano: "La historia se repite", habrá gobiernos alejados de los derechos humanos sociales dignos para ciudadanos que los necesiten; como existirán quienes hambrientos de vanidad y poder, consigan ocupar sus puestos. Mientras esto suceda, y esta Presidencia siga viviendo, y le sea posible investigar en recovecos y archivos; los hechos ocurridos serán comparados con el comportamiento de los poderes políticos del presente.

Es posible que esta Presidencia, al considerar asuntos relativos a situaciones sociales de las personas, e incluso referidos a conceptos más absolutos, como son los derechos, la verdad y  la justicia distributiva, sea exigente en grado superior al  criterio tenido por la generalidad de la sociedad de nuestros días. consecuencia éste de  los cambios estratégico-políticos sucedidos a partir del milenio último.

Si las razones expresadas sobre estos criterios de uso general, no fueran coincidentes con la esencia intrínseca de lo considerado como derecho, equidad y justicia distributiva, por la mayoría de personas que de ello conocen de manera profesional, tendría que cambiar, en su conciencia, el significado de dichos conceptos, por irrelevantes, atrasados, y erróneos. Lo cual, no considero adecuado, ni posible, habida cuenta el origen moral que los motivó.

Pero el criterio relativo al derecho, sea este referido a un asunto particular o general, no parece ser entendido conforme a su principio esencial; por lo menos mientras no se haya interpuesto   reclamación ante los tribunales de Justicia. Esto también es procedimiento que puede ser usado por cualquiera de las instituciones del Estado y sus gobiernos, con motivo de eludir obligaciones ineludibles que les vienen impuestas por derechos seculares y costumbres.

¿Qué nadie reclama sus derechos? ¡Mejor! ¿Porqué van a perder su tiempo los gobiernos en buscar si existen o no derechos fundamentales de los ciudadanos que ellos no reclaman? Y si los reclamaran se les aburre con dimes y diretes, o se improvisan leyes y decretos que los deroguen. En caso contrarió, ahí están los tribunales de Justicia a los que todos tienen derecho a recurrir. Por lo cual, los pobres, incluso quienes no lo son, hacen renuncia de acción judicial, y así dejan de molestar y exigir, según razones de fácil comprensión. 

¿Que esto no es así? ¿Que exagero la verdad? ¿Que nada tiene que ver la velocidad con el tocino? ¿Que los menos dotados de economía, y los pobres, lo son porque ellos tienen la culpa? ¿Que parte de su situación se debe a ellos mismos? ¡Pues no, esta manera de pensar es incierta, e interesada para los poderes políticos, la mayor parte de las veces! 

Hablemos de Derechos transmitidos que causaron obligaciones del Estado, como lo causan la pobreza no provocada por la persona misma, sino debida a causas posibles de negligencias cometidas por los gobiernos, o fuerza mayor; mala administración de impuestos generales recaudados por sus Haciendas; o tolerancia excesiva con las leyes que deben regular y establecer límites a la libertad de mercados. Entonces, para algunos, el concepto de derecho no se corresponde con su puridad esencial.

Todas estas circunstancias y conceptos han sido considerados por esta Presidencia esenciales, aunque no sean tenidos como tales principios, sin que antes y mediante acción legal, deban ser reclamados y cumplidos. En honor a los mismos, esta Presidencia creyó necesario  hacerlos prevalecer en dialogo escrito que puso final a una información solicitada del Jefe de la Sección Jurídica de la Dirección General del Tesoro, Deuda Pública, y Clases Pasivas, quien por interpretación distinta sobre los conceptos que ocasionaron la información solicitada, dio origen a puntualizaciones amistosas consideradas oportunas (1970).

De manera que nuestro criterio relativo a deudas de los Estados contraídas por sus gobiernos, sean en cumplimiento de cuanto promulgan y preceptúan las Constituciones consensuadas en plebiscito con el pueblo que las aprobó; bien debidas a méritos por defensa de la Patria, u otros de honor militar, o castrenses, tanto pasados, como presentes, cuyos derechos fueron reconocidos, constituyen obligación de los gobiernos sucesivos, y transmisibles a sus derecho-habientes. ¡Es lo honrado, correcto, justo, e innegable!

Prevalecen en el tiempo y causan obligación permanente, igual los conceptos en que se fundamenten las distinciones dichas. Las deudas de los estados, sean de la clase que sean, obligan a los gobiernos: "uso fuerte", prima facis del derecho, y siguen a la persona humana en su proyección social, por cuyo motivo y causalidad, están en armonía con lo que es justo. En caso contrario, las ideas relativas a Derecho, Justicia, Ley, Sociedad, Autoridad, Jerarquía, Estado, Libertad, Deber, Civismo, Moral, Abnegación, Entrega, Servicio, Milicia, Honor, y Reconocimiento, carecerían de valor alguno.

Verdad, su principio; y reconocimiento su permanencia; axiomas de justicia que están en el ámbito lingüístico de los idiomas. Por tanto, la Verdad, como los derechos, son comunicables y transmisibles, pertenecen al orden de entidades invariables. De manera que derecho y justicia se complementan. Podrá no haber justicia, pero existirán siempre derechos. 

Hay conceptos que lo afirman basados en creencias mayoritarias, como son entre otros,  las religiones judío-cristianas. De manera que la Humanidad empezó a vivir en la Tierra con promesa de resurrección. Se estatuyó la primera norma de derechos y deberes, como a su vez, el premio o recompensa transmisible a toda la descendencia. Con Jacob, se puede decir que comienza el significado objetivo de milicia humana, también jerarquía y disciplina.

Prosigue en los escritores evangelistas cuya misión fue transmitir las palabra de Dios por el mundo. También en la España militante, incluyendo a su Patrono Santiago el Mayor. Recompensa fue la unidad de España forjada por los Reyes Católicos y el Almirantazgo de Santa María, donde destacan fe y honor militar, hispanidad e hidalguía. Incluso inspiró las fundaciones de Ordenes militares.

Cruces laureadas, constituyen recompensas permanentes de actitud heroica, que no solo califican a sus merecedores, sino muestran las virtudes más generales de un pueblo, y su tendencia sobre conceptos de Patria, honor, libertad y justicia. Están permanentes en el Escudo de España, en cuyos Cuarteles se exaltan los valores dichos: El León, fortaleza del ideal patrio enaltecido en Castillo; Cadenas de Las Navas de Tolosa; Bastones de jerarquía militar de Aragón con varonía predominante de unidad, que prosigue en sus escritores Luis Vives, Lope de Vega  y Cervantes, también insignes por su  hispanización.

No es prerrogativa, ni fueron Señoríos, o Mayorazgos, contenidos en leyes desamortizables, son recompensas militares de honor, que como todas, conservan su vigencia, uso, costumbre y derecho Inalterables en el tiempo e inderogables por su naturaleza y pronunciamiento. Hacemos, luego somos en cada acto que hacemos, y en esta vinculación a los ordenes más esenciales radica  toda recompensa, sociedad, derecho, honor y justicia. Por lo tanto, negar estos atributos a quienes los poseen, sería lo mismo que negar el contenido histórico y el proceder honesto de los pueblos.

Principios todos que sin cambiar el orden natural y lógico de las cosas, se han adormecido en las conciencias y son causa de aberraciones sociales que se instalan en los criterios de muchos políticos, llegados después a los gobiernos del mundo. Causa también por la que el Jefe de los Servicios Jurídicos referidos, trató de desvincular al Gobierno de las obligaciones contraídas por el Estado. Lo cual no es nuevo, porque parece proceso endémico irreversible durante toda la historia de la humanidad.

Existen estrategias distintas y diversas, tanto militares como civiles. Unas, de conformidad con el lugar donde se desarrolla cada contienda bélica. Otras, conforme se comporta la política internacional. Ambas proporcionan datos suficientes para saber del proceso político. Respecto a la estrategia de guerra, hay quienes afirman que destaca el chino Sun-Tezú, y su libro, "Los trece artículos del Arte de la Guerra". Pero en la actualidad el poder militar está supeditado al civil, y se localiza en escenarios propios de cada batalla, aún cuando sea el poder militar de quien dependa el futuro de cualquier estado.

Lo demuestra las guerras entre países árabes y el poder israelita. Ese afán del gobierno judío por no devolver territorios conquistados, impidió la paz entre estos países situados en el Oriente Medio, cuna de conflictos habidos desde tiempos inmemoriales. De loa manera misma, los estados en guerra han servido a sus gobiernos como medio para conseguir intereses políticos. Tenemos como ejemplo la guerra de 1973, en la que jordanos, sirios y egipcios cambiaron el panorama político de Oriente Medio, que no supieron conseguir con tratados políticos de guerra limitada y menos de paz duradera.

Hay otro aspecto fundamental que relaciona las creencias del ser humano con el desarrollo de las guerras y políticas de los gobiernos. En 1559 a 1569, la influencia religiosa de los españoles y el concepto de poder territorial de los Habsburgo, dirigieron la política exterior, de manera que parecía  intento de dominio absoluto de Europa. También podemos comprobar esta relación político-militar en las guerras bíblicas de las doce tribus de Israel desde que Jacob designó área territorial para cada una de ellas, como durante otras divisiones realizadas por el Imperio Romano de conformidad con sus conquistas.

Resalta este fundamento dominante e infuso en la conciencia desde comienzo de los tiempos. Podrá no haber creyentes; existirán agnósticos; habrá quienes desechen sus prácticas, pero es indudable que la historia del hombre comienza unida a sus creencias religiosas aún cuando éste las suprima después. Estarán influyendo en muchas acciones de su vida, tanto individuales, como sociales, militares y políticas. Incluso, actuando sin su voluntad, porque las imágenes cerebrales que se grabaron en las neuronas, exigirán su parte alícuota de coparticipación. 

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