Sindicato N.E.E. Informes Presidente

martes, 25 de octubre de 2016

SINDICATO NACIONAL DE ESCRITORES ESPAÑOLES. INFORME DE LA PRESIDENCIA. Madrid,25.10.2016


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Introducción: En el Informe anterior de fecha, 22.10.2016 núm. 22 (pág. 2/5, párrafo 3º), dice: "El pueblo no estuvo en verdad  "repreguntada". Debió decir: "representado"


A Cayo Julio César le sucedió su sobrino Octavio. Era un ricacho de fortuna personal heredada,  toda vez que no se le conocía negocio alguno. Su abuelo, por parte de padre, fue un usurero notable por motivo de saber cobrar a su tiempo los préstamos de sus deudores. Como consecuencia, Octavio se pudo permitir algunos lujos de educación, los cuales ampliaron sus conocimientos de filosofía.

Por entonces, la República aristocrática que mantuvo César estaba a punto de agonizar, y Octavio se consideró indispensable para restituir su vigor debilitado. Para conseguir este propósito se aconsejó por dos amigos íntimos y probos llamados, Mecenas y Agripa. Ambos eran ecuánimes e inteligentes. De manera que sus consejos sirvieron a Octavio para restituir y mejorar la administración de la República.

Pero he aquí que no hay propósito sin sacrificio, y tropezó con Antonio, general de César, que además disponía de un cuerpo de ejército bien provisto de fuerzas militares, y cuyas intenciones no parecían estar alejadas de conseguir más poder. No obstante, Octavio y sus dos consejeros, realizaron reformas importantes en la nación, tanto en beneficio de la cultura, como en la administración del Estado. Mecenas, ayudó a muchos escritores y artistas, de donde devino la denominación de mecenazgo a estas clase de ayuda.

Es natural que Mecenas se comprara un finca suntuosa en un lugar excelente de Italia, de conformidad con la lógica patricia, porque para eso fue consejero acertado, y tal derroche de energía, supone un trabajo cerebral que consume mucho fósforo, materia gris, e incluso blanca... Similar a cuanto está ocurriendo en nuestro planisferio politizado. Casó, con una mujer más hermosa que él llamada Libia, y no sabemos bien si fue lívida por motivo de su nombre, o de aguantar sus muchas reuniones. El hecho fue que Cayo Octavio, sobrino de César, e hijo de Cayo Octavio y Atia, cumplió sus propósitos.

Entre ellos, estaba deshacerse de Marco Antonio y Cleopatra, y para poder conseguir este interés político declaró la guerra a Cleopatra reina de Egipto, cuyo  territorio dominó, lo cual le fue reconocido con el cargo de Tribuno vitalicio. También recibió el título de Augusto; y por vencer a la sedición de un tal Justo Barrena, el nombramiento de Generalísimo de los Ejércitos; que le constó lo suyo, porque no todos estaban dispuestos a otorgar tal concesión.

Por si fueran pocas las donaciones de notoriedad y económicas que supo recibir con suma complacencia humilde, acogió de manera benigna, el haber sido elegido Padre de la Patria y Pontífice Máximo. Y no llegó a ser General de la Orden del Santo Sepulcro, porque a un no se había fundado. Recuerden que esto ocurría el año 63 a. de J.C. Murió este bueno e interesado político en Nola, y fue sucedido por su sobrino Tiberio César para que así todo se quedara en casa. ¿Qué además de su ambición y vanidad fue un  político aceptable para Roma? No tiene duda; basta leer a Virgilio y Horacio, grandes poetas que recibieron su ayuda, para enterarnos.

Cayo Octavio Augusto murió sin que sus familiares directos le pudieran suceder, porque tanto el hijo de su hermana como Agripa su yerno, murieron antes. De manera que en Roma se hizo costumbre  nombrar emperadores sucesivos de padres a hijos. Cómo esta idea de Augusto antes de su fallecimiento carecía de Ley data, la cuestión produjo crímenes y guerras civiles entre aquellos que pretendían tener más derechos, mientras el pueblo plebeyo de mayor número que el patricio, moría de hambre, como en Venezuela se comenzó a producir en este siglo XXI bajo mandato del señor Maduro.

¿Tiberio no asesino a nadie, porque solo tenía hambre de poder y notoriedad? Pues vean ustedes algo de lo que hizo en esta clase de delito: hizo ejecutar al Prefecto del Pretorio, porque éste con ánimo de sucederle a él asesino antes a Druso, lo que provocó su recelos. Caligula, sucesor, ordenó asesinar a Sartorio Macrón y a Tiberio Gemelo, y él fue asesinado por Casino Querea, tribuno de los plebeyos. Ningún mandante tuvo remilgo alguno en eso de asesinar contrarios sin más juicio que el suyo. Nerón, asesinó a su  segunda esposa esposa Agripina; y lo mandó hacer también de manera multitudinaria; en vez de provocar una guerra como otros, incendió el barrio de los cristianos de Roma. ¡Así, por las buenas, porque era un santo...!

Calígula; Claudio; Galba; Vespasiano; Domiciano, hijo segundo de aquél; Nerva y todos, usaron la mano misma para enriquecer su poder y enriquecerse ellos a la vez. Trajano, honrado por la historia de sus hechos, no dejó de hacer conquistas militares, y aún sin  tener hijos a quien entregar su poder, se enalteció con la barbarie de las guerras y conquistó Mesopotamia hasta el Golfo Pérsico, donde murieron mucha plebeyos. Español de nacimiento, fue sucedido por Adorno, su pariente, también español, y como él de los no muchos enriquecidos sin usar medios ilícitos.

No piensen ustedes que por el hecho de mostrar las debilidades políticas de algunos mandantes, esta Presidencia no reconoce a cuantos mandatarios y políticos han sido honestos en el ejercicio de sus cargos. Porque los ha habido, como en Roma fueron los sucesores de Adriano: Antonio Pío, y Marco Aurelio, éste filósofo y emperador. Honestos, perseverantes, y desprovistos de vanidad, que trabajaron por mejorar la economía de los más necesitados de ella. Resolver esta, situaciones junto a las demás necesidades que hoy padece la humanidad, es deber ineludible de quienes asumen la responsabilidad de una nación. Cuando los "plebeyos", o las subvenciones y demás caridades que otorgan los gobiernos, incluyendo a todos los pobres que lo sean por rigor de las circunstancias, tengan medios económicos, o subvenciones para vivir con dignidad por derecho, esta Presidencia, y los políticos honrados que aún queden, reconocerán que por fin la Política, ha servido para algo.

Tenemos esperanza de que lo consigan mandatarios honestos dentro de un tiempo no lejano, porque según afirmaba mi tía por parte de madre, ésta nacida en Córdoba, lo cual además me honra: "¡HAY MÁS DÍAS QUE LONGANIZAS!". En el caso que nos ocupa, y terminado de ser envestido de manera política el señor Rajoy, el pueblo espera que la renovación democrática y económica de España, comience lo antes posible para los más necesitados; de abajo arriba, que es lo más noble, sensato y lógico; lo que nadie hizo como es debido, y es necesario hacer. De modo y manera, que aquellos fanáticos de la derecha y de la izquierda, aprendan de una vez para siempre que en una Nación democrática lo primero que hay que respetar y solidarizar es al pueblo, sin el cual no puede existir política ni nación alguna.

Atrás deben quedar los malos recuerdos; las tragedias sucedidas; los sentimientos propios; las creencias que originaron el comienzo de los partidos políticos; justas quizás entonces, e injustas y atrasadas ahora, si lo que queremos es vivir en armonía social, y prosperidad económica merecida. Porque en caso contrario, ocurrirá en España lo que ocurrió a todos los pueblos a lo largo de la historia de sus hechos, y hoy, está sucediendo a fanáticos religiosos imbuidos por políticos hambrientos de poder, que utilizan la grandeza de su religión como arma arrojadiza.

En Roma, sucedió el mandatario llamado Cómodo, hijo de Marco Aurelio, y de ideas políticas distintas a las de aquel. Fue el último emperador de la dinastía denominada Antoniana. Hombre de modos brutales, durante cuyo mandato no faltaron crímenes, conflictos y terror. Se adjudicó el título de "Hércules Romano". Marcia, su concubina, lo asesinó. Sucedieron después 29 emperadores hasta la llegada dinástica de los Severos (193-235); y en el año 476 reinó el último emperador descendiente de los pueblos bárbaros.

Ocurrió esto durante los siglos I, y III, hasta años posteriores. Daremos ahora un salto de pértiga historiográfica que nos llevará hasta  la Edad Media para saber de los políticos con intereses propios que la usaron y se favorecieron de sus cambios administrativos. Antes, en las referencias publicadas por este Sindicato que viene haciendo esta Presidencia,  para alternar el sentido triste de estos hechos políticos, tanto en sus intervenciones culturales, como con las de otros escritores publicadas después, transcribo hoy el soneto de la escritora Sonia Dumont, publicado en el número 17 de la Antología Literaria, "Colección Federico Mayor" dedicada a la Paz. Se titula el poema: "UNIDOS EN LA PAZ".

Es la paz tan liviana y tan ligera, 
según muestra el decurso de la historia,
que nos hiela la sangre y la memoria
y hace invierno de toda primavera.

Vivir en paz el alma eterna espera,
y es oración a Dios en cualquier hora,
sentir la paz que el mundo fiel añora
como anhelo infinito que prospera.

No se alcanza la paz sin la grandeza
de todos los propósitos unidos.
Y, a la paz, por la paz, el Mundo reza

entre llantos y oprobios dolorido.
Alejemos del orbe la tristeza
de que muera la paz con el olvido.

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